jueves, 31 de mayo de 2012

Muy a gusto


Siguiendo con las excursiones costeras por la Mariña lucense, hemos llegado a San Cibrao- San Ciprián; un pueblito encantador y tranquilo de gente afable y con unas playas de arena blanca prácticamente a pie de asfalto.

Ya conocíamos de una anterior visita, la Cofradía de pescadores, o para ser mas exactos el Bar del Puerto y aún para "decirlo del todo bien" El bar de Tola y hacia allí nos dirigimos a picar algo, que ya apretaba el gusanillo.


El lugar no deja de ser un muelle como la mayoría, pero la vista de la playa con su agua cristalina, produce una gran tranquilidad e invita a relajarse y disfrutar con su vista.

Tola, es toda una fusión vasco-gallego.... ¡si señor, usted ya es también gallego!. Un personaje que es el alma del negocio familiar, donde su reino es la cocina en la que su querida Águeda supervisa la buena marcha de los fogones y de que todo salga a la perfección.

En el momento de nuestra llegada, aparecía Montxo su hijo mayor, con unas cuantas lubinas recién pescadas y dos de las cuales inmediatamente dejé claro que íbamos a comerlas nosotros.

Así el asunto, en un plis-plas, Roberto el segundo de los hijos, nos acomodó unas mesitas en la terraza y  con unas cervecitas esperamos el pulpo y las almejas encargadas para comenzar.

Puedo decir que la comida superó con creces lo esperado, las almejas de buen calibre y muy sabrosa marinera, el pulpo en su punto justo de todo y las lubinas sencillamente perfectas, acompañadas de una refrescante ensalada de lechuga, tomate y cebolla... ¡así sin más florituras innecesarias!....pero no he de olvidar lo que me parece más importante: la atención y amabilidad que nos ha dispensado toda la familia con un trato cercano y correcto.

Un lugar que desde éstas líneas, les recomiendo, porque sé que puedo hacerlo: El bar de Tola

lunes, 28 de mayo de 2012

*No pienso volver*


Hace unos meses me sucedió una cosa muy chocante: Pasamos por el muelle de Castropol, comimos en el *Mesón La Santina* ,    y pedí de postre leche frita porque me encanta.
 La casualidad es que casi simultáneamente  la señora de la mesa de al lado también lo pidió  y la coincidencia de ambas al dejarlo intacto de lo incomible que estaba.
Y digo chocante, porque a un tercer comensal de otra mesa que lo pidió le dijeron que se había agotado; cual no sería nuestra sorpresa cuando de repente y una vez recogidos nuestros servicios, milagrosamente aparece una ración más de la susodicha leche frita, que no era ni más ni menos que las sobras de mi vecina de mesa y las mías (ambas estábamos observando el desenlace)
¡Por cierto el tercer y agraciado comensal se las comió enteritas, proclamando lo buenas que estaban!
 Al salir del establecimiento la señora de la mesa de al lado me preguntó: ¿Se ha fijado usted? Le han dado nuestras sobras -me dijo- verá es que yo soy cocinera y nunca he probado una leche frita tan horripilante.
A lo que contesté - yo también soy cocinera y nunca me había pasado nada parecido a esto.
No se porque razón hoy fuimos a parar al mismo lugar del muelle de Castropol, el *Mesón La Santina*,  digamos que de alguna forma quisimos borrar el recuerdo de la vez anterior.
Pero la cruda realidad  nos volvió a dar de lleno.


Lo único que conseguí fue corroborar la experiencia pasada y esto junto con mi decepción me anima a contarlo.
Elegí tomar el menú del día: Unas parrochas y arroz blanco con calamares;  mi acompañante unos callos con garbanzos y pulpo a feira.
Lo que nos han traído:


El arroz recocido y pegajoso con calamares de lata ( si han leído bien, DE LATA )
Los callos con garbanzos, congelados o enlatados con garbanzos de BOTE (si, si, si)
Un pulpo más duro que "el Paul" y nadando en agua en lugar de un buen chorro de aceite (uffff)
Las patatas cocidas a las que faltaba un hervor y picaban por exceso de pimentón ( ayyy...que pena)
Aunque para ser justa diré que lo único aceptable fueron las parrochas y la amabilidad del pobre camarero al que no considero culpable de los trapicheos del responsable de la cocina, que pasó olímpicamente mandando preguntar si quería otra cosa ¡ No, por favor !


Patético a lo que ha llegado, lo que en su día fue una honesta cocina tradicional de la zona, por falta de escrúpulos.
El aguardiente digno de un visitante al que no desea volver a ver...........señor mío, usted lo ha conseguido. Esto no se soluciona con una invitación a 1 café.
Hoy no me callo señor dueño-cocinero, esto NO es hacer una cocina en conciencia, NO, esto no es culpa de la crisis...es culpa de la dejadez.
Comprenderán que NO LES RECOMIENDE ir a este sitio, yo por supuesto que:

*No pienso volver a su establecimiento*