Siguiendo con las excursiones costeras por la Mariña lucense, hemos llegado a San Cibrao- San Ciprián; un pueblito encantador y tranquilo de gente afable y con unas playas de arena blanca prácticamente a pie de asfalto.
Ya conocíamos de una anterior visita, la Cofradía de pescadores, o para ser mas exactos el Bar del Puerto y aún para "decirlo del todo bien" El bar de Tola y hacia allí nos dirigimos a picar algo, que ya apretaba el gusanillo.
El lugar no deja de ser un muelle como la mayoría, pero la vista de la playa con su agua cristalina, produce una gran tranquilidad e invita a relajarse y disfrutar con su vista.
Tola, es toda una fusión vasco-gallego.... ¡si señor, usted ya es también gallego!. Un personaje que es el alma del negocio familiar, donde su reino es la cocina en la que su querida Águeda supervisa la buena marcha de los fogones y de que todo salga a la perfección.
En el momento de nuestra llegada, aparecía Montxo su hijo mayor, con unas cuantas lubinas recién pescadas y dos de las cuales inmediatamente dejé claro que íbamos a comerlas nosotros.
Así el asunto, en un plis-plas, Roberto el segundo de los hijos, nos acomodó unas mesitas en la terraza y con unas cervecitas esperamos el pulpo y las almejas encargadas para comenzar.
Puedo decir que la comida superó con creces lo esperado, las almejas de buen calibre y muy sabrosa marinera, el pulpo en su punto justo de todo y las lubinas sencillamente perfectas, acompañadas de una refrescante ensalada de lechuga, tomate y cebolla... ¡así sin más florituras innecesarias!....pero no he de olvidar lo que me parece más importante: la atención y amabilidad que nos ha dispensado toda la familia con un trato cercano y correcto.
Un lugar que desde éstas líneas, les recomiendo, porque sé que puedo hacerlo: El bar de Tola